Hoy la Güera comenzó a ladrar desaforadamente, pensé que tenía acorralado a un gato o a un jardinero (a los que detesta), pero lo que me encontré fue con una cabezota de burro que escogía delicadamente los botones tiernos de flor de Madreselva de mi barda. Estas son las maravillas de vivir en la ciudad de México...pero no del todo.
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Hace 1 semana.